La doctrina Monroe ha organizado la primacía de Estados Unidos en todo el continente desde hace 200 años. Sintetiza la estrategia que concibieron los fundadores de la mayor potencia contemporánea para controlar la región.
Ese principio exige el manejo del territorio por el Norte y el desplazamiento de cualquier competidor del mandante yanqui. Todos los gestores de la Casa Blanca aplicaron y perfeccionaron esa guía.
La doctrina fue inicialmente concebida como un instrumento defensivo de la naciente potencia, para contrarrestar las ambiciones del colonialismo europeo. Surgió cuando Monroe rechazó la propuesta de una acción conjunta de Estados Unidos con Inglaterra y Francia, para bloquear los intentos de reconquista española (1823).
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