Pocas formas del asesinato poseen más carga simbólica que los
feminicidios. En ellos se coagula un poliedro de fenómenos históricos
degradantes, cocinados en las entrañas del poder hegemónico más podrido.
Lo ya de suyo macabro, en lo particular, trasciende y salpica al
contexto mientras destruye los mejores valores colectivos amasados
durante milenios. En el asesinato alevoso de mujeres, niñas o adultas,
reina una moraleja pútrida que se ha dejado macerar para que haga
metástasis en todo el cuerpo social y nos deprima, nos agobie, nos
cancele todo futuro. No es un problema nuevo ni ingenuo. Se lo ha dejado
progresar para hacernos sucumbir en los pantanos del pesimismo donde no
hay salida porque convence al mundo de que las mujeres nada valen.
terça-feira, dezembro 1
Semiótica de los feminicidios
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