En su enorme e imprescindible Antígonas, de 1991, el crítico
estadounidense George Steiner trataba de explicar la vitalidad de la
obra de Sófocles, cuyas metástasis cubren por completo, y renuevan sin
cesar, la historia de la cultura occidental. La conclusión de Steiner es
que el enfrentamiento entre la hija de Edipo y su tío Creonte integra
los cinco conflictos que definen la “condición humana”. Hay otras
grandes obras –no sé, Hamlet, Fausto, Medea, D. Quijote– que dramatizan
dos o tres, o incluso cuatro, de estos conflictos, pero sólo Antígona
los trenza todos y, sin resolverlos, los pone una y otra vez en escena.
¿Cuáles son? Estos cinco: entre hombre y mujer, entre jóvenes y viejos,
entre individuo y sociedad, entre vivos y muertos, entre humanos y
dioses.
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