photo: rogério barroso. Foto nº 1834 - Flores.
terça-feira, maio 9
Nos sale carísimo mantener a los ricos
El sistema legal, económico, político y cultural dominante que
sufrimos promueve los comportamientos egoístas y predatorios. Se admira a
quienes con más eficacia y de manera no recíproca vampirizan y acaparan
la riqueza generada por ecosistemas o el trabajo de comunidades
humanas. En un planeta finito y ecológicamente degradado, la acumulación
de riqueza de unas personas es siempre a costa de la desposesión de
otras.
Una sociedad sostenible y saludable debería, en cambio,
dotarse de mecanismos que penalicen el abuso de lo común e incentiven
aquellos comportamientos que mejoren la vida de toda la comunidad y
regeneren el medio ambiente del que depende todo ser vivo (humano y no
humano). Hasta que no comprendamos que la prosperidad, la seguridad y la
felicidad solo se consiguen mediante colaboración, confianza y
reciprocidad seguiremos atribuyendo la causa de la enfermedad a sus
síntomas. Pensaremos, erróneamente, que las víctimas de un sistema
perverso—y no el sistema en sí que funciona aplastando a cada vez más
personas en beneficio de unos pocos privilegiados—son nuestro problema.
No
conviene confundirse de enemigo: lo que resulta socialmente corrosivo y
peligroso es la desigualdad y la asimetría de poder, no sus víctimas
(las personas más vulnerables). Los que se apropian del bien común son
los ricos y poderosos, no los pobres e inmigrantes. Solo hay que
recordar que un puñado de personas que caben en un bar pequeño de barrio
acaparan más riqueza que el 50% de la población mundial o que el 1% de
los humanos dispone de tanta riqueza como el 99% restante. Con estas
cifras en mente, nadie puede argumentar que a la sociedad le sale caro
mantener a las personas en riesgo de exclusión social sin que suene a
distorsión malintencionada de la realidad.
quinta-feira, maio 4
“Estados Unidos pretende que los Ejércitos de Argentina y Brasil sean sus cómplices en una intervención en Venezuela”
El mandatario argentino Mauricio Macri, el golpista brasileño Michel
Temer, y el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro,
parecen competir para ver quién se transforma en el principal
representante de los intereses de Washington en la región. Antes de su
viaje a Estados Unidos para encontrarse con el presidente Donald Trump,
el mandatario argentino intentó, de manera fallida, que el Congreso
Nacional emitiese una declaración contra Venezuela.
El encuentro entre Macri y Trump dejó mucho material para el análisis. Los compromisos asumidos por el presidente argentino en materia de defensa alinean al país en un peligroso eje, cuyas consecuencias pueden, incluso, involucrar al Ejército nacional en los planes de intervención militar que la Casa Blanca tiene sobre Venezuela.
En diálogo con Contexto, el diputado del Parlasur Oscar Laborde señaló que “lo que hay que analizar es qué dejó y qué trajo Macri luego del encuentro con Trump. La realidad indica que no trajo ningún compromiso cierto de inversión y dejó mucho”.
“Argumentando ‘la supuesta amenaza terrorista’, dejó un acuerdo para que puedan trabajar de forma conjunta las Fuerzas Armadas de ambos países y los sectores de inteligencia en la zona de la Triple Frontera. También dejó la posibilidad de participar en acciones armadas que sean lideras por Estados Unidos. Un detalle que se tomó a broma, y que no es menor, es que Trump quería hablar de Corea y Macri de limones. Creo que se ha tomado con mucha ligereza la gravedad de que el presidente de Estados Unidos se refiera a un país con el que puede tener un conflicto armado. Con ello le advierte a nuestro país que hay una posibilidad de guerra y le pide al Gobierno de Cambiemos que se sume en su apoyo”, aseguró.
El encuentro entre Macri y Trump dejó mucho material para el análisis. Los compromisos asumidos por el presidente argentino en materia de defensa alinean al país en un peligroso eje, cuyas consecuencias pueden, incluso, involucrar al Ejército nacional en los planes de intervención militar que la Casa Blanca tiene sobre Venezuela.
En diálogo con Contexto, el diputado del Parlasur Oscar Laborde señaló que “lo que hay que analizar es qué dejó y qué trajo Macri luego del encuentro con Trump. La realidad indica que no trajo ningún compromiso cierto de inversión y dejó mucho”.
“Argumentando ‘la supuesta amenaza terrorista’, dejó un acuerdo para que puedan trabajar de forma conjunta las Fuerzas Armadas de ambos países y los sectores de inteligencia en la zona de la Triple Frontera. También dejó la posibilidad de participar en acciones armadas que sean lideras por Estados Unidos. Un detalle que se tomó a broma, y que no es menor, es que Trump quería hablar de Corea y Macri de limones. Creo que se ha tomado con mucha ligereza la gravedad de que el presidente de Estados Unidos se refiera a un país con el que puede tener un conflicto armado. Con ello le advierte a nuestro país que hay una posibilidad de guerra y le pide al Gobierno de Cambiemos que se sume en su apoyo”, aseguró.
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América Latina y Caribe,
Héctor Bernardo
terça-feira, maio 2
Feminismo y “putofobia”
La primera vez que oí la insultante expresión “putofobia” -que viene a
ser estigmatización y odio a las mujeres prostituidas- fue en 2005, en
una conferencia a la que acudí para hablar sobre las violencias
infligidas a las mujeres en la industria del sexo. En el transcurso del
turno de palabra, una joven feminista me dijo que mi “putofobia” era un
grave problema. “Las feministas de la segunda ola odiáis a las
trabajadoras sexuales”, me dijo. “Vuestra política ya está superada”.
La acusación de “putofobia” se utiliza cada vez más con fines
disuasorios y para acallar cualquier crítica a la industria del sexo.
Es un punto de vista sobre la prostitución que está avalado por las normas que rigen los “espacios seguros” universitarios, en las que el alumnado trata a menudo de clasificar la prostitución como identidad sexual en lugar de algo que se hace a las mujeres más pobres y privadas de derechos del planeta, con la excepción de unas pocas, del tipo “prostituta feliz”, muy conocidas y mediáticas. La prostitución no es sexualidad. Hay una clara diferencia entre orientación, identidad sexual y prostitución (una forma de violencia ejercida por los hombres). Las feministas radicales reconocemos esa diferencia, pero para las de la tercera ola todo forma parte de un gran crisol, a menudo llamado “queer”.
Pensar que yo o cualquier otra feminista que critique la industria del sexo sufrimos una “aprensión irracional” hacia las mujeres prostituidas es algo que me deja atónita. Esa utilización retorcida -como si fuera una condecoración- de la palabra “puta” para designar a una mujer prostituida, no es ni más ni menos que grotesca. Son los hombres quienes determinan quién es “puta” y las mujeres no podemos reivindicar una palabra que desde su origen nunca fue nuestra. Las sobrevivientes de la prostitución me la han descrito una y otra vez como una violación de pago. Los hombres que pagan por sexo compran subordinación sexual. Si el “consentimiento” tiene que ser comprado, no es consentimiento.
Es un punto de vista sobre la prostitución que está avalado por las normas que rigen los “espacios seguros” universitarios, en las que el alumnado trata a menudo de clasificar la prostitución como identidad sexual en lugar de algo que se hace a las mujeres más pobres y privadas de derechos del planeta, con la excepción de unas pocas, del tipo “prostituta feliz”, muy conocidas y mediáticas. La prostitución no es sexualidad. Hay una clara diferencia entre orientación, identidad sexual y prostitución (una forma de violencia ejercida por los hombres). Las feministas radicales reconocemos esa diferencia, pero para las de la tercera ola todo forma parte de un gran crisol, a menudo llamado “queer”.
Pensar que yo o cualquier otra feminista que critique la industria del sexo sufrimos una “aprensión irracional” hacia las mujeres prostituidas es algo que me deja atónita. Esa utilización retorcida -como si fuera una condecoración- de la palabra “puta” para designar a una mujer prostituida, no es ni más ni menos que grotesca. Son los hombres quienes determinan quién es “puta” y las mujeres no podemos reivindicar una palabra que desde su origen nunca fue nuestra. Las sobrevivientes de la prostitución me la han descrito una y otra vez como una violación de pago. Los hombres que pagan por sexo compran subordinación sexual. Si el “consentimiento” tiene que ser comprado, no es consentimiento.
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Julie Bindel,
violencias
segunda-feira, maio 1
La España invisible, explotada, empobrecida y marginada en este 1º de Mayo de 2017
En el mundo actual existe una enorme contradicción. La tecnología
hace posible eliminar el hambre, la falta de vivienda, las enfermedades y
la ignorancia. Sin embargo, miles de personas todavía carecen de acceso
a la comida, a una vivienda, a la salud y al conocimiento. La
tecnología, que es capaz de producir abundancia, se utiliza para crear
escasez. La tasa de beneficio depende de esa escasez. La tecnología es
buena. Pero la tecnología debería estar al servicio del ser humano y no
el ser humano al servicio de la tecnología. ¿Queremos realmente un
paraíso de parásitos? Lo que es el paraíso para los parásitos es el
infierno para el cuerpo que los aloja. La globalización asegura el
dominio de los parásitos en el paraíso. Por ello la Globalización del
dominio del dinero se debería contrarrestada con el Globalismo de los
trabajadores para liberar su paraíso colectivo de parásitos. Ese es el
tema que trato de explorar en mi novela Wizard of the Crow [El
brujo del cuervo]… Educadores, hombres de letras, intelectuales: no son
sino voces, no voces neutras e incorpóreas, sino voces que pertenecen a
cuerpos de personas, de grupos, de intereses. Tú, que buscarás la verdad
acerca de las palabras emitidas por una voz, busca primero el cuerpo
que hay detrás de la voz. La voz simplemente racionaliza las
necesidades, los antojos, los caprichos de su dueño, el amo.
Ngũgĩ wa Thiong’o (2017)
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