Mientras la Primavera Árabe florecía y el presidente Obama dudaba en si hablar o no a favor de los manifestantes que buscaban cambios democráticos en el Gran Oriente Medio, el Pentágono decidía actuar con decisión. Y a tal empeño, se puso a forjar lazos aún más profundos con algunos de los regímenes más represores de la región, construyendo bases militares y auspiciando ventas de armamento y transferencias a los diversos déspotas desde Bahrain al Yemen.
Mientras las fuerzas de la seguridad estatal por toda la región aplastaban la disidencia democrática, el Pentágono enviaba también repetidamente tropas estadounidenses en misiones de entrenamiento para los ejércitos aliados de la zona. Durante más de cuarenta de esas operaciones, con nombres como León Ansioso y Amistad Dos, que en ocasiones duraron semanas o meses, enseñaron a las fuerzas de seguridad medio-orientales los aspectos más sutiles de la contrainsurgencia, de las tácticas para unidades pequeñas, de la recogida de inteligencia y operaciones de información, habilidades cruciales todas ellas para derrotar los levantamientos populares.
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