China lleva más de quince años con un crecimiento económico que oscila entre el 9 y el 10% anual, lo que provoca su entrada por la puerta grande en el capitalismo globalizador dominante. Este crecimiento desorbitado tiene un modelo a imitar, el norteamericano, con un gran consumo energético y de materias primas, haciéndolo especialmente depredador y a medio y largo plazo insostenible.
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