Afirmé el 4 de julio que ni Estados Unidos cedería, ni tampoco Irán; “una, por el orgullo de los poderosos, y la otra por la resistencia al yugo y la capacidad para combatir, como ha ocurrido tantas veces en la historia…”
En casi todas las guerras una de las partes desea evitarla, y a veces, las dos. En esta ocasión se produciría, aunque una de las partes no lo desea, como sucedió en las dos guerras mundiales en 1914 y 1939, con sólo 25 años de distancia entre el primer estallido y el segundo.
Las matanzas fueron espantosas, no se habrían desatado sin errores previos de cálculos. Las dos defendían intereses imperialistas y creían que obtendrían sus objetivos sin el costo terrible que implicó.
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