Ningún sector tan renuente a una revolución profunda de sus estructuras como el de las artes plásticas, ninguno más aferrado a una añosa y vacua retórica en todo ajena al palpitar de los pueblos, ninguno más necesitado de un nuevo lenguaje. Los cambios políticos, económicos, militares y sociales que suceden a su alrededor no parecen importarle. El sector que reclama para sí la construcción y el desciframiento del sentido, pretende permanecer ajeno e indiferente a la realidad y fiel a sus sacrosantos preceptos.
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