La economía global está en crisis, pero no tiene los mismos efectos ni las mismas características y alcances en cada uno de sus principales componentes.
La economía de Estados Unidos, por ejemplo, ha tenido una leve recuperación, que se refleja en una pequeña reducción del número de desocupados, en una mayor producción industrial y en un poco más de ventas en el mercado de las viviendas nuevas y usadas. El dólar sigue siendo sostenido por el esfuerzo chino, por la compra china de bonos del Tesoro estadunidense, por las inversiones chinas, por las enormes ganancias que obtienen las empresas estadunidenses que desde China operan en todo el mundo y que, transformadas en dólares, retornan a Estados Unidos.
Cuando Estados Unidos se retira derrotado de Irak y derrotado también negocia en Afganistán con los talibanes y corre el riesgo de un golpe militar nacionalista y pro chino en Pakistán, esta gran dependencia de lo que hace Pekín obliga a Washington a la prudencia en extremo Oriente: por eso en Corea del Norte ladra mucho pero no muerde y en Taiwan-Formosa coincide con China en celebrar la victoria del candidato presidencial del Kuomintang, partidario de las negociaciones con Pekín, frente a los independentistas, los cuales habrían reavivado el conflicto entre la isla y China continental.
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