La reunión de la cúpula del G-20 y las grandes ilusiones
Todo se hizo para que los ciudadanos del mundo se sintiesen aliviados y confortados con los resultados de la cúpula del G-20 que acaba de celebrarse en Londres. Las sonrisas y los abrazos coparon los noticiarios, el dinero asomó más de lo previsto, no hubo conflictos —del tipo de los que hubo en la Conferencia de Londres de 1933, en igual tiempo de crisis, cuando Roosevelt abandonó la reunión en señal de protesta contra los banqueros— y, como si no hubiese un mejor indicador del éxito, los índices de las bolsas de valores, comenzando por el de Wall Street, se dispararon en un estado de euforia. Fue todo muy eficaz. Mientras una reunión anterior, con objetivos similares, duró más de 20 días —Bretton Woods, en 1944, de donde salió la arquitectura financiera de los últimos 50 años—, la reunión de Londres duró tan sólo un día.
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