El pasado fin de semana fue terrible para la Casa Blanca y sus
impresentables capataces del sur del río Bravo, el apropiadamente
llamado “Cartel” de Lima dada la estrecha vinculación que algunos de los
gobiernos que lo integran mantienen con el narcotráfico, especialmente
el colombiano y, antes del advenimiento de López Obrador, el de Peña
Nieto en México. El sábado los estrategas estadounidenses decidieron
organizar, para el 23 de febrero, un concierto con algunas de las
celebridades consagradas por la industria musical maiamera. El evento
atrajo a unas 25.000 personas, la décima parte de lo esperado, divididas
jerárquicamente en dos categorías claramente demarcadas. El sector VIP
donde fueron a parar presidentes –Duque, Piñera, Abdo Benítez- ministros
y jerarcas del Cartel y, doscientos metros más atrás (sic!) el resto
del público.
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