El ataque registrado ayer contra el Fuerte Paramacay, base de la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana (Ejército) en la ciudad de Valencia, en el
norte de Venezuela, –perpetrado por quienes se autodefinieron como un
grupo
cívico-military que fue calificado de
terrorista paramilitarpor el gobierno que preside Nicolás Maduro– da cuenta de la virulencia golpista a la que han llegado algunos sectores de la oposición en el país sudamericano. Cabe recordar, como antecedente inmediato, que a fines de junio pasado tuvo lugar en Caracas el robo de un helicóptero por parte de un policía desertor, el cual empleó la aeronave para atacar con granadas y disparos las sedes del Tribunal Supremo de Justicia y del Ministerio del Interior, afortunadamente sin causar víctimas. La acción de ayer en Valencia, en cambio, dejó un saldo de dos muertos entre las filas de los atacantes y de ocho detenidos, en tanto que un número indeterminado de los asaltantes lograron darse a la fuga.
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