Ensayadas declaraciones llenaron el último día de enero el viciado ambiente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Nabil al-Arabi, de la Liga Árabe, intercedió ante el Consejo para que se adoptara un proyecto de resolución sobre Siria preparado por la delegación marroquí ante la ONU. El proyecto marroquí se basa en el informe de la misión de observación de los derechos humanos enviada a Siria por la Liga Árabe y en ella se pedía el inmediato cese de la violencia y el comienzo del diálogo en Siria. “Intentamos evitar una intervención extranjera”, dijo al-Arabi en el Consejo, “especialmente una intervención militar”.
La misión de supervisión de la situación de los derechos humanos enviada por la Liga había presentado un informe, que se puso sobre la mesa en el Consejo pero que no se llegó a discutir (una omisión repetidamente mencionada por el embajador de Siria Bashar Yaafari). Produce desasosiego leer el informe de la Liga Árabe. Menciona los duros ataques del gobierno sirio contra los manifestantes, pero plantea una serie de preguntas acerca de los métodos e intenciones de estos últimos. El informe detalla la “colocación de bombas en edificios, en trenes de transporte de fuel, en vehículos de transporte de gasoil y atentados contra la policía”, llevados a cabo por grupos afiliados al Ejército Sirio Libre. Dice de esta “entidad armada” que atacó tanto a las “fuerzas de seguridad como a los ciudadanos sirios, haciendo que el gobierno respondiera con mayor violencia”. El informe es muy suave en sus críticas hacia el gobierno, lo cual resulta llamativo dado el carácter de los informes de los medios de comunicación en otros lugares. El informe de la Liga señala que algunos miembros de su misión (los saudíes y los jordanos) “rompieron el juramento que habían hecho” e hicieron “un relato exagerado de los hechos” ante las autoridades de sus respectivos países.
Nenhum comentário:
Postar um comentário