domingo, junho 5
Nuevos retos
Tras 50 años, parece que la lucha armada ha terminado en Euskal Herria. Ya antes del «tsunami verde» se intuían buenas razones para ello. Desde hace tiempo se planteaba la pregunta de hacia dónde puede llevar una lucha que invisibiliza sus objetivos emancipadores mediante sus medios. Pero también hubo objeciones prácticas: los conflictos irregulares nunca se ganan en el terreno militar. Las organizaciones insurgentes sólo pueden ganar políticamente si logran socavar la legitimidad del sistema a través de acciones sorprendentes. La lucha guerrillera solamente ha funcionado así: con alfilerazos minó simbólicamente un orden supuestamente invencible. En Euskal Herria, mientras tanto, hacía tiempo que uno tenía la impresión de que la lucha armada se había convertido en parte del orden. El poder estatal se había adaptado perfectamente, y supo aprovechar las acciones armadas para relegitimar su carácter autoritario.
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